Aquí, ahora

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He atravesado la isla en diagonal en la mañana de repente templada y de grato solecillo para ver en una galería de la calle 57 y Madison la nueva exposición de fotos de Nicholas Nixon. Se titula Here and Now, y es una revelación. Nixon es el fotógrafo del paso del tiempo y de la persistencia de las cosas y las personas. La belleza de una cara amada y lo que los años van haciendo con ella: la cara de la persona amada pegada a la de uno mismo, apretadas la una contra la otra, las dos fijas en el objetivo de la cámara, con una expresión a medias de congoja y de desafío. En la mayor parte de las fotos, sola o junto a él, aparece Bebe, su esposa, a la que empezó a retratar cuando los dos eran casi adolescentes, en los primeros setenta. Bebe es una de las hermanas Brown a las que Nixon viene retratando anualmente desde 1975. Hay una foto suya, cuando era joven, pero no tanto, de perfil en una bañera, pensativa, que es una hermosa declaración de amor por la belleza femenina, y por la belleza que ven los ojos del amante, la que perdura entre otras cosas porque alguien está siempre recreándose en mirarla. Ahora hay una foto en la que se juntan el pelo y la barba grises de Nicholas Nixon y la melena cana y rizada de Bebe y parecen ramas tupidas de árboles nevados. También hay una foto de un campo de trigo, en la plenitud del verano antes de la siega, y de hierbas silvestres, de un manzano, de un bosque nevado en Nueva Inglaterra; y otras de personas centenarias a veces acompañadas por hijos o nietos o cuidadores, y de niños de unos meses, con esa mirada redonda y limpia que casi taladra con su sagacidad innata, con su curiosidad hambrienta. En una época de fetichismo de lo joven, de cirugía plástica, de photoshop, Nixon retrata con franqueza, lucidez y compasión las huellas del tiempo en las caras humanas. Bello, recuerdo que decía Juan Ramón Jiménez, es lo que el tiempo no hace vulgar. Nicholas Nixon es austero en los medios y hondo en los resultados. Esas miradas que encontré esta mañana en la galería y que parecían observarme y seguir mis movimientos siguen haciéndome compañía ahora. Me enseñan a vivir el aquí a hora que es más valioso porque muy rápidamente será el pasado.

nicholas nixon